Exposición
Podríamos empezar por identificar que al leer “teoría”, es necesario
estar conscientes de que esto implica un problema. Así, el problema de leer teoría, es decir, cómo leer, implica reconocer una lógica de construcción en el texto. Hugo
Zemelman ha explicado que esa lógica está
referida a “reconocer detrás de las afirmaciones atributivas de propiedades que
tiene un texto teórico, los problemas que pretende responderse el autor.”
Además de ese problema, podemos considerar que el papel fundamental de
la teoría es revelar la relación entre los fenómenos e intentar descubrir su
real vinculación y respectivas mediaciones. Entonces, tratemos de ubicar la lógica construcción que Marx siguió,
recordando especialmente los textos que revisamos de Bolívar Echeverría y H.
Lefevbre, pensando también que, como dice este último, “la obra de Marx no es
todavía más que una introducción”.
Primero, si en apariencia la vida económica en el capitalismo consiste
en un sistema de “intercambios” entre “equivalentes” (donde el trabajo, los
servicios, etc. se presentan como cosas en el mismo plano de mercancías),
entonces el “beneficio” que obtienen los capitalistas aparece como un misterio;
cuando en realidad, se debe a la “plusvalía” adquirida por el capital en el
proceso de producción, pues como resume Lefevbre:
El salario, pagado en dinero, revela y disimula al
mismo tiempo una operación compleja: el intercambio de la fuerza de trabajo,
pagada según su valor, por el valor creado por la fuerza de trabajo. Dos
realidades no equivalentes se hacen equivalentes en apariencia. El salario paga
al parecer el trabajo; pero el capitalista se embolsa la diferencia entre el
salario y el valor del producto (entre el valor del tiempo de trabajo y el
valor creado por este tiempo de trabajo). (L.: 279)
En segundo lugar, conviene recordar que en la Sección Tercera, Marx se
enfoca en la producción de “plusvalía absoluta”, desarrollando los capítulos:
1) proceso de trabajo y proceso de valorización, 2) capital constante y capital
variable, 3) la cuota de plusvalía, 4) la jornada de trabajo, y 5) cuota y masa
de plusvalía. La sección cuarta está enfocada en la producción de “plusvalía
relativa”, estructurada por los capítulos: 1) concepto de plusvalía relativa,
2) cooperación, 3) división del trabajo y manufactura, y 4) maquinaria y gran
industria.
Tercero, sin olvidar que para Marx el “valor” de una mercancía se
determina objetivamente por “la cantidad de trabajo social medio” que
representa, conviene apuntar lo que significa el concepto de “plusvalía
relativa” distinto al de “plusvalía absoluta”:
La plusvalía producida mediante la “prolongación” de
la jornada de trabajo es la que yo llamo “plusvalía absoluta”; por el
contrario, a la que se logra “reduciendo” el tiempo de trabajo necesario, con
el consiguiente cambio en cuanto a la “proporción de magnitudes” entre ambas
partes de la jornada de trabajo, la designa con el nombre de “plusvalía
relativa”. (Marx, C. El capital, Tomo
I, FCE: 252-253)
En cuanto al contenido específico del capítulo XI “Cooperación”, Marx
plantea su primera tesis señalando que:
La producción
capitalista tiene, histórica y lógicamente, su punto de partida en la reunión de un número relativamente grande
obreros que trabajan al mismo tiempo, en el mismo sitio (o, si se prefiere, en
el mismo campo de trabajo), en la fabricación de la misma clase de mercancías y
bajo el mando del mismo capitalista. (M.: 259)
Y en esa dirección, la exposición de dicho capítulo concluye que:
La cooperación
es la forma fundamental del régimen
de producción capitalista, aunque en él su
forma simple se presente como forma
especial, al lado de otras formas más complejas. (M.: 271)
Así, vemos cruzar dos planos en el mismo análisis, interrelacionando
dos líneas de reflexión. Por una parte, la “lógica”, da cuenta de las
características del trabajo cooperativo, es decir, el “proceso de trabajo
social”. Por otra, la “histórica”, interesado en la “plusvalía relativa”,
explica cómo la “forma simple” de cooperación permite al capitalismo (en los
orígenes de la “manufactura”), en tanto “método”, transformar el proceso de
trabajo en un proceso social con el fin de intensificar su “fuerza de trabajo”.
Marx define a la “cooperación” como la “forma de trabajo de muchos obreros coordinados y reunidos con arreglo a
un plan en el mismo proceso de
producción o en procesos de producción distintos” (p. 262). Explicando que la
cooperación no solamente “potencia” la “fuerza productiva individual”,
sino que tiene a “crear una fuerza productiva nueva, con la necesaria
característica de fuerza de masa.”
(p. 262)
Tratando de subrayar los problemas analizados en este capítulo,
basándonos en el trabajo de Jorge Juanes, podemos observar que la “cooperación”
implica por lo menos cuatro ventajas inmediatas al capitalista:
1.- Una concentración del proceso de trabajo y, por lo tanto,
optimización de las condiciones objetivas del trabajo, es decir, disminución del
capital e, indirectamente del valor de la mercancía, ergo del valor de la
fuerza de trabajo y de la relación plusvalía-capital invertido.
2.- Se logra una mayor producción de valores de uso, ya que la fuerza
productiva social del trabajo potencia el trabajo individual, puesto que es más
productivo un funcionamiento orgánico del proceso de trabajo que uno
establecido a partir de procesos de producción asilados, en donde la
conjunción, más que ser una totalidad, es una suma.
3.- Propicia una fuerza productiva nueva, que potencia la fuerza
productiva individual y posibilita tareas que por sí misma no podría llevar a
cabo.
4.- Se economiza trabajo y se aumenta su productividad, pues el
trabajo individual se potencia con la nueva fuerza productiva de carácter
social que se ha creado.
Si la producción capitalista tiene como punto de partida la
cooperación, desde una perspectiva histórica, la forma de trabajo de muchos
obreros, sería distinta a los anteriores regímenes, porque en el capitalismo no
se trata sólo de una suma, sino que hay una totalización del proceso de
producción bajo la dirección “despótica” del capitalista. Si en términos
formales (lógicos), todo proceso social de trabajo exige, en todo lugar y
tiempo, “dirección”, Marx concluye que para el caso del naciente capitalismo,
“el capitalista representa frente a los trabajadores individuales la unidad y
la voluntad del cuerpo social de trabajo.” (M.: 267), y considera que:
La dirección por el capitalista no es sólo una
función particular dimanente de la naturaleza del proceso social de trabajo y
perteneciente a él, sino también, al mismo tiempo, función de la explotación su
proceso social de trabajo y, por lo tanto, está condicionada por el antagonismo
inevitable entre el explotador y la materia primar de su explotación.
[…] Pero si, pero su contenido, la dirección capitalista tiene dos filos, como los tiene
el propio proceso de producción por él dirigido, los cuales son, de una parte,
un proceso social de trabajo para la creación de un producto y de otra parte un
proceso de valorización del capital, por su forma la dirección capitalista es
una dirección despótica. (M.: 267)
Finalmente, podemos identificar que esta forma de dirección despótica
implica tres cosas:
1.- Las formas de dirección de toda empresa capitalista responden, simultáneamente,
a la producción de riqueza social y a la producción de riqueza capitalista o
plusvalía, lo cual lleva a la confusión de una en otra y a la identificación
ideológica de las formas de organización que exige el proceso de trabajo como
tal con las que exige el proceso de valorización.
2.- La clase obrera, en la medida en que el proceso de trabajo puesto
al servicio de la valorización de capital se realiza con su participación, se
inserta en un proceso que le es ajeno e impuesto autoritariamente, quedando al
margen de la determinación de lo que se debe producir y del tiempo destinado a
ello, así como de la forma de producirlo.
3.- A partir de un momento, agrega Marx: “el capitalista delega la
función de vigilar directa y constantemente a los obreros a un tipo especial de
asalariados” que cumplen funciones procapitalistas; dirigentes, managers,
capataces, etc.
Ahora, para abrir la discusión colectiva, y tratando ligarlo con
algunos problemas actuales podemos retomar el último punto y preguntarnos ¿Cuándo
un trabajador asalariado y no proletario cumple funciones técnicas y cuándo
funciones de explotación?
Tratando de relacionar economía y política, Gramsci considera que el
pilar de la política es la existencia de “dirigentes y dirigidos”, de
“gobernados y gobernantes”, y remontaba su inicio histórico a un hecho
“técnico”. Si en el ámbito de la cooperación, aún no existe como tal una
división social del trabajo, pero sí el proceso de producción está bajo la
“dirección” del capitalista, ¿Qué consecuencias políticas tiene esto en la
sociedad?
Si la cooperación es la “forma fundamental” del régimen de producción
capitalista, en tanto que reúne a una gran cantidad de obreros que producen la
misma mercancía simultáneamente bajo una dirección de la cual ellos no son
parte, ¿qué carácter podría tomar la cooperación en un sistema no capitalista,
en los ámbitos de la producción de gran industria y producción agropecuaria? O
por ejemplo, en experiencias aisladas en las que los obreros toman la propiedad
de la fábrica y el control de la producción bajo la dirección de un “consejo
obrero”.
Relatoría de la sesión
Una vez realizada la exposición de acuerdo al anterior texto, dimos
paso a la discusión colectiva.
Primero, tratamos de situarnos considerando que actualmente, la mayor
parte del desarrollo tecnológico se hace a partir de la cooperación de grandes
masas de trabajadores especializados. También recordamos un pequeño fragmento
de este capítulo para considerar que la cooperación ya implica subsunción real,
pues de acuerdo a Marx: “se trata del primer cambio que experimenta el proceso
real de trabajo por su subsunción bajo el capital”.
El segundo momento de discusión colectiva implicó en ubicar los
conceptos empleados en este capítulo, destacando: cooperación, masa de
plusvalía, cuota de plusvalía, obrero colectivo, jornada laboral combinada,
fuerza de masa (como una fuerza productiva nueva producto del cambio
cualitativo de la cooperación bajo el capital), escala de cooperación, magnitud
de capital. Retomamos las ventajas que implica la cooperación para el
capitalista, el papel directivo del capitalista. Concluimos retomando la
distinción analítica entre cooperación simple y cooperación capitalista
El tercer momento de discusión colectiva giró en torno a las tres
preguntas planteadas al final de la exposición. De manera muy general
destacamos las siguientes ideas: Consideramos que los capítulos de la sección
cuarta del capital, son de especial importancia para estudiar el papel
histórico de América Latina en la conformación del capitalismo.
Considerando que como explica Marx, el ser humano antes que un animal
político es un animal social, la cooperación es fundamental para todo proceso
de producción. A partir de ello nos preguntábamos cómo la cooperación pudiera transformar su carácter
cualitativamente capitalista para dar paso a un modo de producción distinto
(socialista), retomando la experiencia histórica de los “consejos obreros” en
la Italia de principios del siglo pasado, o casos particulares como los obreros
argentinos de TRADOC (Neuquén, Argentina) que desde hace unos años se hicieron con
el control de la fábrica y la dirección sobre su producción.
Por último, de lo anterior derivamos otros problemas. Ante ejemplos
como la experiencia de los obreros argentinos mencionados, observamos que las condiciones
de la máquina y el ámbito de la circulación siguen imponiendo los lineamientos
de producción. Dicho caso es una victoria ante un capitalista individual pero
ahora se enfrentan al capitalista “colectivo” como clase. Se enfrentan a la necesidad
de mantener una magnitud de capital bastante considerable para mantenerse frente
al mercado y sostener la capacidad de producción.